sábado, 28 junio, 2025
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Graña publicó una novela sobre el lavado de dinero nazi en los inicios del peronismo

«La cuestión de los nazis en Argentina siempre genera mucha incomodidad. De hecho, fue uno de los primeros casos de encubrimiento de Estado, así como las desapariciones o la causa AMIA», dice Rolando Graña al explicar ante LPO los fundamentos de «Treinta toneladas de billetes», la novela que acaba de publicar sobre el botín de dinero nazi que se lavó en uno de los edificios donde todavía funciona el Ministerio del Interior.

Con una amplia trayectoria periodística pero atravesado por su licenciatura en Letras, eligió internarse en la escritura de una novela. «Yo soy licenciado en Letras y en Argentina hay muchos libros de historia pero no hay novelas ni intriga sobre aquellos años de la década infame, así que me dije ‘en lugar de escribir un libro de periodismo, voy a escribir un libro de ficción'», cuenta.

Por eso, su material se centra en la historia de un periodista de turf del diario Crítica, un espía inglés, un judío de la Zwi Migdal que trabaja para los nazis, una actriz de renombre, un coronel argentino y una actriz secundaria de nombre Eva. Graña aclara que aquel militar «puede que sea Perón o no» y que «hay una chica que lleva el apodo de Eva por aquellos años, que cambiaba su apellido y se hacía llamar Eva Durante en lugar de Duarte».

-¿Te metiste en algo sacrílego entonces?

-La literatura trabaja con mitos, rumores, chismes, no con verdades. No tengo por qué decir la verdad. No estoy obligado. Tomas Eloy Martínez, en Santa Evita, cuenta que Evita estuvo un cine y después se la pasó desmintiendo esa parte.

-¿Por qué elegiste trabajar esa época?

-Uno de los grandes mitos de la política siempre fue el de los nazis en la Argentina. Incluso, recientemente se encontró en los sótanos del Poder Judicial documentación sobre registros de los nazis en el país. Los nazis lavaban plata en Argentina, en el 38′. Dinero físico. Mandaban dinero, que andá a saber de dónde lo sacaban y lo triangulaban desde acá, porque tenían un bloqueo, un embargo. Ellos necesitaban mandar plata a Suiza y utilizaban empresas argentinas para eso. Ese dinero era utilizado para comprar insumos para las armas. Entre los insumos estaba el wolframio, también conocido como tungsteno, que se utilizaba para endurecer las aleaciones de las armas. Los tanques alemanas tenían, por caso, una cobertura de acero mejorada con wolframio de Argentina.

Los nazis lavaban plata en Argentina, en el 38′. Dinero físico. Mandaban dinero, que andá a saber de dónde lo sacaban y lo triangulaban desde acá, porque tenían un bloqueo, un embargo. Ellos necesitaban mandar plata a Suiza y utilizaban empresas argentinas para eso. Ese dinero era utilizado para comprar insumos para las armas.

-Y además de obtener wolframio, lavaban dinero…

-También obtenían wolframio de las minas de España pero necesitaban lavar plata acá. Y aunque parezca mentira, Argentina tenía entre sus capitales empresas en manos de alemanes. Por ejemplo, el Obelisco lo construyó una empresa alemana. En la Diagonal Norte estaba lleno de empresas alemanas que, de a poco, fueron quedando en poder de los nazis.

-¿Y qué incidencia tenía en la política eso?

-La política empieza en la década infame, con la representación limitada de la democracia, a moverse con la intención de investigar a los nazis. Eran tan autónomos que tenían sus propias escuelas, enseñaban alemán y tenían sus propias currículas. «Qué es esto», empezaron a preguntarse los políticos argentinos. Algunos diputados socialistas y radicales logran crear una comisión investigadora de las actividades antiargentinas. Buena parte de las pruebas reunidas en el trabajo de esa comisión, cuando viene el golpe del 43′, el del protoperonismo, se pierden. O sea, se llevan todas las pruebas y documentos. Lo de la comisión Libra en la actualidad no es algo novedoso. En aquel entonces fue bastante tremendo. Al diputado Enrique Dickman la prensa nazi lo empezó a estigmatizar como el judío Dickman. Lo destrozaron. Algunos legisladores fueron perseguidos, como Silvano Santander, que acusaba a todo el peronismo y terminó exiliado en Uruguay.

-¿Y cómo se tramitaba esa discusión y cómo impacta en los personajes de la novela?

-Después de la guerra, vinieron un montón de nazis pero eso también lo hizo Estados Unidos, aunque en su caso para el desarrollo científico. La red de espías nazis más grande por fuera de Alemania y la red de estaciones de radio más grande por fuera de Alemania estaban en Argentina. Acá estuvo la discusión entre neutralistas y aliadófilos durante la Segunda Guerra Mundial, pese a que hacia el final del enfrentamiento se le declaró la guerra al Eje. 

Buena parte del Estado peronista se monta en edificios de los nazis: en el Banade, que todavía hoy pertenece al Ministerio del Interior, estaba el banco germano donde se lavaba plata. 

-La relación del proto peronismo con los nazis…

-El revés de la trama está en esta pelea, en el surgimiento del peronismo. Buena parte del Estado peronista se monta en edificios de los nazis: en el Banade, que todavía hoy pertenece al Ministerio del Interior, estaba el banco germano donde se lavaba plata. Ahí lavaron 30 toneladas de billetes. Acá faltan novelas y libros de intriga política. En ese entonces, Buenos Aires era una capital llena de espías, un país poderoso, neutral, rico… y estaba lleno de espías.

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