El Gobierno de Javier Milei sigue avanzando en la desregulación de la economía argentina y, en esta ocasión, dio un paso histórico que favorecerá enormemente al sector ganadero.
Mediante el Decreto 133/25, el presidente y el ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, eliminaron la prohibición de exportar ganado en pie, una absurda medida impuesta por el expresidente de izquierda Héctor José Cámpora en 1973.
Esta restricción, que se mantuvo vigente por más de medio siglo, condenó al sector agropecuario argentino a perder oportunidades de mercado y competitividad frente a países que supieron aprovechar esta actividad.
La exportación de ganado en pie es una práctica globalmente extendida y altamente rentable. Países como Australia, Francia y Canadá exportan anualmente más de 1.000 millones de dólares en ganado vivo.
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En la región, Uruguay y Brasil han sabido insertarse en este mercado con gran éxito, mientras Argentina quedaba relegada por una decisión ideológica impuesta por un gobierno que solo duró tres meses.
Lo insólito es que esta prohibición, fruto del populismo y la falta de visión de futuro, se mantuvo vigente por 52 años, afectando la posibilidad de desarrollo del campo argentino.
Sin embargo, y gracias a la desregulación del Gobierno de Javier Milei, la apertura de este mercado traerá consigo una expansión para los productores ganaderos, quienes podrán vender su ganado a países con requerimientos específicos de faena, como Turquía, y generar ingresos adicionales que impulsarán la economía nacional.
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Desde el Ministerio de Economía, explicaron que la medida busca fomentar un «sistema económico basado en decisiones libres, adoptadas en un ámbito de libre concurrencia, con respeto a la propiedad privada y a los principios constitucionales de libre circulación de bienes, servicios y trabajo. En esa línea, también busca promover una mayor inserción de la República Argentina en el comercio mundial».
Durante décadas, los productores argentinos estuvieron atados a regulaciones estatales delirantes que solo beneficiaron a la política intervencionista y perjudicaron la productividad y el desarrollo del sector.
El fin de esta prohibición marca otro logro del Gobierno de Milei en su cruzada por liberar al mercado de trabas burocráticas impuestas en una economía heredada del kirchnerismo, altamente regulada por el Estado.
Argentina se reinsertará en un negocio global clave, dejando atrás medio siglo de regulaciones absurdas que solo sirvieron para frenar el crecimiento. Con esta medida, el país avanza en el camino de la libertad económica y la competitividad, permitiendo que el campo argentino recupere el lugar que nunca debió perder.