La Diet Coke, estrella del Salón Oval

NUEVA YORK.– Distintas personas esperaban con ansiedad (teñida de admiración, o bien de espanto) las primeras medidas de Trump. Para los fanáticos de una determinada gaseosa dietética, que aguardaban un gesto, una señal de lo más alto de la administración norteamericana (¿mundial?), de apasionamiento compartido, el XLVII presidente no defraudó. A nada menos que la sala oval de la Casa Blanca –”donde empiezan y terminan las guerras, donde todo empieza y termina”, como recordó Trump mismo en su día inaugural–volvió el famoso “Diet Coke button”.

El hermano de Trump, Fred Trump Jr., murió tras complicaciones ligadas al alcoholismo a comienzos de los años 80, y desde entonces el Presidente viene repitiendo que él no toca una botella –salvo que sea de la deliciosa bebida con edulcorante que es el equivalente a nuestra “Coca Light”–. Los medios calcularon que en su primer término tomaba hasta 12 de las más pequeñas por día.

El “Diet Coke button”, botón para pedir que la gaseosa le sea enviada inmediatamente al “resolution desk” o “escritorio de las resoluciones”, “es rojo, está escondido en una caja de madera y fue utilizado por Trump durante su primer mandato”, informó el Wall Street Journal, matutino que destapó la primicia de que había sido inmediatamente reinstaurado.

Esto ocurre en un momento interesante para la Diet Coke. Según publicó The New York Times a fin de año, la gran moda es “customizar” la gaseosa”, y “cada semana parece haber un nuevo ingrediente o complemento para probar de agregarle a la cola”. En un polémico vídeo, la cantante Dua Lipa mostró una mezcla de Diet Coke con jugo de pickles, salsa de jalapeños, jalapeños y pepinos en salmuera. Antes de eso, TikTok se vio inundado con la llamada Coca-Cola Light Proteica, que la combina con un batido de proteínas sabor vainilla, y que devino favorito de los fanáticos del fitness. También aparecieron online (y reaparecieron ahora que volvió TikTok), personas que modifican sus Diet Coke con leche, coco o cualquier otro sabor imaginable. Grupos mormones, que no toman alcohol, té o café, suelen estar en la delantera de los tragos “vírgenes”, y los que llevan Diet Coke fueron popularizados a través de realities de enorme éxito como The Secret Lives of Mormon Wives (La vida secreta de las esposas mormonas).

En el otro lado del espectro están los puristas de la Diet Coke. En las redes sociales debaten a muerte cuán “crispy” (“crujiente”) se puede lograr que esté el refresco bien helado, comparando las distintas formas en las que llega al consumidor: en la lata, la botella, o directamente de la máquina. Hay un muy popular “desafío Diet Coke” en internet, en el que los participantes tienen que identificar de cuál “varietal” de la gaseosa proviene el trago. Según el matutino, “el ideal platónico es una Diet Coke directamente de la máquina de McDonald’s”, donde el almíbar todavía es entregado en recipientes que son de acero inoxidable, en lugar de plástico como es común en cualquier otro establecimiento.

Pero en el paraíso de los dietcocacoleros se acercan nubarrones a la más alta escala. El Departamento de Salud y Servicios Humanos fue puesto a cargo de Robert Kennedy Jr. Su plataforma siempre fue la lucha contra los los productos químicos en los alimentos envasados, y poco antes de la asunción se volvió viral un posteo en X donde anunciaba que a partir del 20 de enero prohibiría la Diet Coke.

El 20 de enero vino, se fue y no pasó nada, entre otras razones porque el posteo original era una parodia, pero hay alerta sobre qué va a pasar. El mandato que le dio Trump fue “go wild on health”, que se “meta a lo loco” con el tema de la salud. Si esto incluirá los hábitos de bebida del presidente, y en Salón Oval donde terminaron tantas cosas terminará también su pasión por la Diet Coke, todavía no se sabe. Pero quedan cuatro años enteros para que se pueda determinar.