Se acabaron las excusas. Luego de la contundente e inesperada victoria del oficialismo tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires la euforia invadió a los mercados financieros, el Índice Merval en dólares registró una suba de 34%, la mayor en la historia, y el Riesgo País bajó 400 puntos básicos. ¿Cuál es la narrativa que está “pagando” el mercado y qué piensa hacer el gobierno para aprovechar este boom de optimismo?
El mercado de fiesta. La reacción de los mercados al resultado electoral fue eufórica. El Merval tuvo el mejor día en términos relativos de su historia, desplazando del récord a la suba de 22% del 21 de enero de 2001. Los bonos en moneda extranjera registraron aumentos de entre 10 y 15% en el tramo corto y hasta 24% en el tramo largo, generando que al cierre del lunes el riesgo país se ubique en 652 puntos básicos, nivel que no se veía desde junio de este año. El dólar mayorista abrió a $1.355 (-9%), acompañado de los paralelos, con el CCL en $1.381. Las tasas en pesos comprimieron fuerte hacia la zona de 10% real anual en la curva CER y del 3% TEM en la curva de tasa fija.
Complementariamente, la presentación del último miércoles del BCRA en Washington muestra indicios de la eventual hoja de ruta cambiaria: un plan de acumulación de reservas como forma de remonetización de la economía, a la par de refinanciamiento de los próximos pagos de deuda y la vuelta a los mercados internacionales de crédito.
El tipo de cambio, desconectado de la euforia. En la semana post elecciones se vio una dinámica cuanto menos curiosa: el domingo a la noche la euforia del mercado pronosticaba un derrumbe del tipo de cambio. Esta expectativa estaba fundada en la dinámica preelectoral y la construcción del discurso del riesgo político, que llevó a una fuerte cobertura cambiaria por parte de los agentes y financiada por el gobierno por un estimado total en la zona de 25.000 millones de dólares (un 40% del M2). A través de múltiples frentes: intervenciones de los Tesoros (ARG-USA) en el interior de la banda y del BCRA en el techo, la liquidación extraordinaria del agro, la licitación de títulos dólar linked del Tesoro (que también le canjeó al Banco Central para que este descargue en el mercado secundario), y las intervenciones en el mercado de futuros. El nivel de dolarización de carteras se presumía por encima de niveles razonables y por ende, una vez sorteada la elección, tendería a derrumbarse con el desarme de esas posiciones.
Sin embargo, aunque el lunes la primera operación del dólar mayorista fue a un precio de $1.355, durante la rueda subió sostenidamente y el último operado fue de $1.435, acotando la caída inicial hasta cerrar en 4% abajo respecto del viernes. Al día siguiente, un evento particular, en lo técnico cambiario, llevó al dólar a aproximarse nuevamente al techo de la banda: entre los títulos dólar linked que el BCRA vendió en el mercado secundario como mecanismo para contener el dólar se encontraba una Lelink (por USD 2.800 millones) que fijaba el precio de al tipo de cambio del 28/10. El cierre de esta cobertura transfirió la demanda hacia el dólar mayorista y el mercado de futuros, empujando fuertemente las cotizaciones, y el A3500 (tipo de cambio de referencia para el mercado mayorista, determinado como un promedio aritmético de las cotizaciones del día) cerró en $1.470,6.
Pero sorteadas las elecciones y sorteado el vencimiento del dólar linked, se presumía que, ahora sí, veríamos el derrumbe del dólar. Pero no sucedió. O, al menos, en las magnitudes que se “esperaban”: el dólar cerró el viernes a 3,6% del techo de la banda. El mercado parece estar expectante, cuidándose de no dar un paso en falso que le salga caro, como si dudase del esquema o estuviese esperando novedades.
¿Y a mí cuándo me toca? ¿Cómo piensa el equipo económico la sucesión de eventos hacia adelante? La sucesión de hechos sería la siguiente: en primer lugar, la baja del Riesgo País permitiría reducir la expectativa de devaluación del peso y permitir, a las grandes empresas argentinas, volver a emitir títulos en el exterior para fondearse a tasas de un dígito, aumentando asimismo la oferta de dólares. A su vez, esa misma baja permitiría reducir tasas en pesos y ayudar junto con un tipo de cambio controlado a reducir la inflación. Según el gobierno, la demanda de dinero se redujo en la previa de las elecciones por el riesgo del resultado electoral adverso y tendría margen para remonetizarse sin tensionar sobre precios ni tipo de cambio (de allí que, en la licitación de la última semana, el Tesoro dejó pesos en la calle y el BCRA anunció la reducción, aunque marginal, de los encajes). Así entonces, la baja de tasas facilita la vuelta de las cuotas sin interés y el aumento del crédito reactivaría la economía y la producción de bienes, y podría “derramar” en mejores salarios o mayor cantidad de puestos de trabajo.
A esta sucesión de hechos habría que ponerle una serie de asteriscos:
* ¿Bajará la inflación? Si bien el regreso del carry trade podría ayudar a “tirar para abajo” la inflación, el compromiso de desregulación en materia energética asumido en el acuerdo con el FMI, la decisión de reducir aún más los subsidios y la política de “pisar” aumentos de tarifas en los meses previos a las elecciones ponen en duda la eventual curva a la baja de los precios.
* En paralelo, la evolución de los salarios por debajo de la inflación condiciona el dinamismo del crédito. Si bien la baja de la tasa ayudaría a reducir el nivel récord de incumplimientos, no garantiza una nueva toma de deuda. Una persona que se endeudó para pagar la luz ¿tomará un nuevo crédito si baja la tasa? Los datos muestran que, en nuestro país, el 50% de las personas cierra el mes usando ahorros o endeudándose, un 30% logra llegar a fin de mes y sólo el 20% tiene capacidad de ahorro.
* El eventual regreso del consumo en cuotas presenta particularidades que pueden activar o no la producción. Si el crédito se toma para la compra, por ejemplo, de un auto Nissan, que acaba de cerrar su planta en Argentina y vendo sólo autos importados, entonces no dinamizará la producción. Lo mismo sucede si se utiliza para viajar al exterior.
* ¿Las empresas podrían tomar crédito para incrementar la producción de bienes? En principio, la baja de tasa debería permitir corregir las dificultades sobre la cadena de pagos, resentida desde la decisión del fin de las LEFI y la consecuente volatilidad de tasas. Pero nada garantiza que demande más dinero para maquinas o insumos si no percibe un sostenimiento de la demanda en el tiempo.
* Finalmente, si todo lo anterior funciona como el equipo económico espera. ¿se verá reflejado en una mejora del empleo o las empresas preferirán mejorar la producción con la plantilla actual?
¿Y ahora? Luego de la victoria del domingo, y en términos macroeconómicos, el gobierno tiene una nueva oportunidad para redefinir la hoja de ruta cambiaria ¿La alternativa? Enamorarse del dólar barato e Insistir en el esquema de pesos apreciados cuyos resultados son conocidos: la FAE y el turismo demandaron, en 2025, USD 31.951 millones. A la par, nada indica que el resultado electoral ni el apoyo de Estados Unidos garantizará la recuperación de la actividad, ni más empleo o salarios. Para eso se necesita decisión política. La decisión del gobierno profundiza en el sentido contrario, con reforma laboral y reforma impositiva regresiva.
