jueves, 4 septiembre, 2025
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La Justicia definió que Google no está obligado a vender Chrome

Luego de meses de nerviosismo, Google respira tranquilo. El juez Amit Mehta, el mismo que hace meses condenó al buscador más conocido de internet por ser un monopolio, terminó resolviendo el «castigo«.

Y, a diferencia de lo que se creía que podía suceder, no optó por la vía dura que consistía en vender Chrome, sino que el magistrado le prohibió al gigante de Mountain View firmar contratos de exclusividad que acaben obligando a los usuarios a utilizar dicho navegador y le ha impuesto la obligación de compartir los datos obtenidos con este programa.

Cabe recordar que este caso lleva meses dando que hablar, entre otras cosas, porque era la primera vez que el Gobierno de Estados Unidos llevaba a una de sus grandes joyas tecnológicas ante la Justicia, algo que no pasaba desde el pleito contra Microsoft a finales de la década de los 90. En agosto de 2024, Mehta falló en contra de Google y dijo que había incurrido en abuso de posición dominante.

El nuevo navegador de OpenAI y el caso Google

Sam Altman ultima el lanzamiento de un navegador propio que compita con Google Chrome. En la era de la IA, la forma en la que accedemos a internet está cambiando. Es una amenaza para Google y una gran oportunidad para OpenAI. El Departamento de Justicia, aún bajo la tutela de los demócratas, se vino arriba y desde el primer momento dejó claro que iba a hacer una apuesta de máximos para acabar con este monopolio.

Los primeros borradores apuntaban a que iban a pedir trocear la empresa, obligando a vender alguna división o producto del tamaño de Android o Chrome. Ambas piezas son claves para el imperio de la publicidad digital que ha construido la multinacional californiana. Además, pretendían solicitarle al magistrado que también impusiese restricciones a la hora de entrenar sus sistemas de inteligencia artificial con los datos obtenidos a través de sus productos. Una de las peticiones incluía, precisamente, la posibilidad de que los rivales de Google pudiesen comprar datos e información para entrenar sus propios motores de búsqueda alternativos.

Para decidir cuál debía ser el castigo, esta primavera se celebró un juicio de tres semanas en el que desfilaron más de 100 testigos. Entre ellos, los principales directivos de Google, de Apple, de Mozilla… pero también de empresas como OpenAI y Perplexity. La línea de defensa de Google siempre fue la de un castigo menor. Desde el primer momento la compañía defendió y a capa y espada que lo más justo era hacer algunos ajustes en los contratos de asociación y exclusividad que habían venido manejando hasta entonces.

La firma por activa y pasiva que las medidas más ambiciosas que plantea el Gobierno podrían volverse en contra de los propios usuarios, comprometiendo su privacidad, desincentivando la inversión en Chromium, motor de código abierto que sustenta Chrome, y obligando a Google a entregar a sus rivales un conocimiento que ha tardado años en acumular. Además, tal y como defendieron los principales directivos de la firma, técnicamente supondría un reto excesivamente complejo.

«Sería increíblemente caótico y muy arriesgado», afirma Mehta sobre la petición de vender Chrome del Departamento de Justicia en la sentencia. Esta opción, según el magistrado, tendría todas las papeletas de traducirse en una degradación del producto.

Pero el debate fue más allá de Google: Apple y Mozilla advirtieron que también ellas sufrirían si se les prohibiera cobrar a la tecnológica por mantener a su buscador como opción predeterminada. La discusión, en el fondo, no es solo si Google abusa de su poder, sino hasta qué punto cualquier intento de ponerle límites puede alterar el equilibrio de un mercado del que dependen casi todos.

También hay que señalar que en este proceso hubo un cambio de guion a mitad del partido. La demanda se presentó originalmente cuando el Big Bang provocado por ChatGPT todavía no había sucedido. La IA y la irrupción de alternativas sólidas en este terreno parecen haber jugado a favor de Google, que ha exprimido el mantra de que esta tecnología va a suponer un cambio en el paradigma de las búsquedas.

El internet que conoces está muriendo y hasta su máximo exponente se ha preparado para ello. De esta forma, Gemini se convierte definitivamente en el centro de buscador de Google con AI Mode. La compañía ha presentado nuevas IA que razonan más que nunca, generan videos hiperrealistas o traducen una videollamada en tiempo real

El magistrado ha comprado el grueso de las tesis de Google y le ha impuesto el castigo menos duro. Le impide firmar contratos de exclusividad que obliguen a que Chrome sea obligatorio, pero no le impide firmar acuerdos como el que mantiene con Apple para que el suyo sea el motor de búsqueda predeterminado en los iPhone y los iPad.

Si bien el juez considera que prohibir firmar estos contratos podría incentivar que otro gigante se animase a entrar en el mercado y crear una alternativa sólida, también considera injusto privar a los fabricantes de hardware de los jugosos ingresos que reciben por hacer de Google el buscador predeterminado de sus dispositivos. Este punto es importante, ya que los de Cupertino están valorando suscribir un contrato de este tipo para que Gemini sea la IA que sustente el nuevo Siri.

Al conocerse la sentencia, los mercados reaccionaban positivamente a la noticia. Los títulos de la matriz de Google, Alphabet, subían un 6% tras el cierre de Wall Street. Aunque todavía tienen otros frentes abiertos (otro juez ha fallado en su contra por abuso de poder en el negocio publicitario), la empresa dirigida por Sundar Pichai respira con tranquilidad al retener una herramienta clave en la carrera por la IA.

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