Miguel Borja tendrá este sábado una nueva oportunidad en River cuando enfrente a San Martín de Tucumán por los 16avos de final de la Copa Argentina 2025. El delantero será titular por la lesión de Maximiliano Salas, pero el contexto no podría ser más adverso: el bajo rendimiento, la desconexión con el equipo y el descontento de los hinchas lo ubican hoy al borde de la salida.
El último antecedente del colombiano fue el ingreso ante San Lorenzo, donde su aporte fue negativo: no remató al arco, perdió diez pelotas, falló la mitad de sus pases y mostró poco compromiso en ataque. Ese desempeño no hizo más que profundizar la sensación de que su ciclo en Núñez está agotado. Incluso Gallardo, quien siempre le dio oportunidades, empieza a dudar de su continuidad.
Este choque se presenta como una especie de última prueba para el atacante. Con Driussi todavía en recuperación y Salas descartado, el colombiano liderará la delantera en Santiago del Estero. En principio, será una chance de oro para revertir la imagen, aunque también podría convertirse en su despedida anticipada si el rendimiento vuelve a ser decepcionante.
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Miguel Borja podría tener su última chance en River por Copa Argentina
Borja lleva apenas 7 goles en 31 partidos en lo que va del 2025, cifras muy por debajo de lo esperado para un 9 extranjero de jerarquía. Y aunque anotó ante Platense en el Monumental, su actitud dentro del campo sigue siendo motivo de críticas. La comparación con Salas, hoy lesionado pero símbolo de entrega, resulta cada vez más desfavorable.
Más allá del presente, ya tiene un pie afuera del club. Durante el Mundial de Clubes, recibió una oferta concreta de Tigres de México y el acuerdo personal está casi cerrado. El club azteca deberá abonar 4 millones de dólares si desea incorporarlo antes de diciembre, aunque lo más probable es que el delantero se marche con el pase en su poder al finalizar su contrato.
Mientras tanto, el cuerpo técnico evalúa dosificar sus minutos y priorizar a otros nombres para los cruces más importantes. El partido ante San Martín puede ser el último acto de un jugador que llegó con muchas expectativas y se va diluyendo sin dejar huella. El reloj corre y Borja lo sabe: el final parece inevitable.
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