sábado, 14 junio, 2025
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El sueño de navegar en la Fragata Libertad

Hace apenas unos días la Fragata Libertad ha zarpado para el quincuagésimo tercer viaje de instrucción alrededor del mundo con quienes al regreso comenzarán su carrera de oficiales como jóvenes guardiamarinas. Unas pocas semanas antes, junto a otros invitados tuvimos el privilegio de compartir la navegación en ese mismo buque con toda su tripulación desde la base naval de Puerto Belgrano – donde la fragata había sido acondicionada para la nueva travesía que acaba de emprender – hasta el puerto de Buenos Aires. Desde muchas perspectivas, esta magnífica experiencia nos proporciona abundantes reflexiones.

Basta solo recorrer su cubierta exterior y las interiores para advertir que se trata de una embarcación simbólica, construida en 1962 pero continuadora de una gran tradición histórica que se remonta al combate naval de Montevideo en 1814, al vapor General Brown que fue en 1872 la primera sede flotante de la Escuela Naval Militar y que sirvió también como buque escuela. Y, finalmente, también a la corbeta Uruguay y la fragata Sarmiento. Es en verdad una embajada itinerante, apreciada y visitada en cada uno de los puertos en los que arriba.

La belleza del paisaje nos invade. Contemplar la inmensidad del mar, así como su encuentro con el firmamento en el lejano horizonte visual nos enseña sobre nuestra pequeñez y la perfección de la Creación. Llaman nuestra atención los diversos colores del agua, la vista de otras embarcaciones, muy ocasional en mar abierto y más frecuente en las zonas contiguas a los canales de acceso a los puertos, y la posibilidad de divisar cada tanto los sitios costeros que conocemos por vía terrestre.

Las múltiples tareas que la tripulación realiza a bordo, especialmente con los paños de velas sobre los palos, suscitan nuestro interés y admiración, por su destreza, profesionalidad y sentido de equipo en su ejecución. Respiramos a bordo el clima de un trato afable y respetuoso, que contrasta con el destrato y la violencia verbal que muchas veces parece naturalizarse en tierra firme. La amable y cordial convivencia, sumada a la ausencia de datos móviles y señal de wifi durante muchos momentos, nos regalaron prolongadas y amenas conversaciones que nos enriquecieron. Esta gozosa comprobación nos interpela sobre el tesoro que dejamos de lado en nuestra vida diaria como consecuencia de las múltiples ocupaciones y la atención de los teléfonos celulares.

Tenemos también momentos de soledad, que nos invitan a la reflexión personal. Entre ellas, contemplando el avance desde la proa, nos viene a la mente de manera análoga un agudo interrogante: ¿cuál es el rumbo en que hoy navega la Argentina? Encontramos una primera e inmediata respuesta en el propio nombre de la fragata. Hemos retomado una buena dirección al procurar ordenar las variables macroeconómicas, avanzar en las desregulaciones necesarias y proponer una mayor apertura e integración al mundo. Deseamos por cierto que ello pueda conducirnos hacia nuevos horizontes de crecimiento económico, que generen la creación de nuevos puestos de trabajo y una baja sustancial de la pobreza. Para arribar a dichos puertos será necesario también desplegar las velas de la institucionalidad, que otorgarán mayor certeza y previsibilidad a nuestro rumbo.

Así como la fragata reúne entre su tripulación a personas de diferentes edades, contextos sociales y procedencias geográficas, abrigamos el deseo que la navegación exitosa de nuestra patria incluya por igual a todos los que habitan el suelo argentino y nos lleve hacia el desarrollo integral de todas las regiones del país.

La ejecución metódica y organizada de las tareas a bordo nos refuerza la convicción sobre el valor de la especialización, la cooperación y el esfuerzo solidario. Nos alegró mucho por ello poder recibir en nuestra sede académica días antes de zarpar a todos los jóvenes cadetes para brindarles clases sobre derecho constitucional y marítimo, así como también que nuestros alumnos de grado hayan podido visitar días después la Escuela Naval en Rio Santiago.

Hace más de cuatro décadas presté mi servicio militar obligatorio como conscripto naval, sin haber tenido la oportunidad de embarcar durante ese período. Por ello, esta reciente travesía náutica ha sido en verdad un sueño personal cumplido. Del mismo modo, como todos los argentinos, anhelo fervientemente que la navegación colectiva que tenemos por delante nos termine conduciendo a todos, más allá de las dificultades y sobresaltos, a un aspirado destino de progreso y grandeza. Se trata del sueño que todavía nos queda por concretar.

Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral


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