Con la voz quebrada por la emoción y los recuerdos aún latentes, Ángel Comizzo, el exarquero que fue figura de River en los 90, dejó en claro cuál es su mayor deseo profesional: sentarse algún día en el banco del Monumental como director técnico.
A sus 61 años, el Flaco no baja los brazos y, desde su actual rol como entrenador de Atlético Grau, mantiene viva una ilusión que lo acompaña desde hace décadas en plena disputa de la Copa Libertadores.
“Yo tengo un sueño que es dirigir River. No sé si lo voy a lograr, pero no tengas duda que estoy luchando por eso”, dijo Comizzo en una entrevista reciente, en la que se mostró auténtico, sensible y más vigente que nunca. Su forma de hablar transmite no solo nostalgia, sino también una convicción profunda: no hay otra meta en su carrera más fuerte que esa.
Lejos de caer en frases vacías, el exarquero profundizó sobre el compromiso que siente en cada club donde trabaja. “Para que ese sueño se cumpla, tengo que ser mejor cada día. Tengo que capacitarme y prepararme como si el llamado llegara mañana”, explicó. Su postura es clara: lo único que lo va a acercar a River es la excelencia y el trabajo diario.
Comizzo habla de River como quien recuerda el amor de su vida. “River me enseñó a ser ganador. Me dio todo profesionalmente. Es el mejor club del mundo”, afirmó, sin medias tintas. La relación que mantiene con el club de Núñez es emocional, casi espiritual. Una conexión que va más allá de la pelota y de los títulos.
Con ternura, el Flaco relató una anécdota que muestra lo que significa haber defendido ese arco. “Una vez llevé a mi cuñado al estadio. Lo puse bajo los tres palos y le dije: ‘Mirá, yo atajo acá’. Después le pedí que imaginara el estadio lleno y puteándolo. Me dijo que no podría estar ahí. Y yo tenía que hacerlo todos los domingos. Eso es River”, contó con una sonrisa y los ojos húmedos.
COMIZZO Y SU PASO POR EL ARCO MILLONARIO
Comizzo defendió el arco de River en 112 partidos oficiales entre 1990-1993 y en su regreso de 2001 a 2003. En total, mantuvo 41 vallas invictas y recibió 104 goles. Fue campeón del Torneo Apertura 1991, Clausura 1993 y Clausura 2002. Su estilo sobrio, temperamento firme y amor por la camiseta lo convirtieron en ídolo para muchos hinchas.
Como DT, tuvo experiencias en Perú, México y Argentina. Dirigió a Universitario (donde fue campeón en 2013), León, Morelia, Querétaro, y clubes del ascenso argentino. Aunque nunca dirigió en Primera en su país, mantiene la vocación intacta. Y su objetivo está claro: “Dirigir a River y después no hacer más nada”.