¿Sin Cristina Kirchner y sin inflación? El mapa político 2025 entra por estas horas a una zona de turbulencia extrema a partir de ese cambio de escenario cada vez más posible y de esa pregunta doble, que por ahora queda abierta. Sintetizando los dilemas y desafíos de Milei y los suyos: con la baja de la inflación a niveles que desde hace mucho los argentinos no experimentan, ¿no alcanza y sin esa tendencia a cero no se puede? Y con Cristina tampoco alcanza, pero sin Cristina, ¿no se puede? Ese oleaje extremo de dudas políticas desafía la escalada del proyecto de poder del mileísmo, el único polo partidario con chances reales de fortalecerse. ¿Hasta cuánto puede consolidarse ese poder? Es el gran interrogante de las elecciones de este año.
Por el lado de Cristina, ayer a la noche, desde la sede del Partido Justicialista, el kirchnerismo inauguró la vía de acción política para enfrentar las horas más críticas de su conductora. En el año legal y político más riesgoso para Cristina, el PJ decidió homenajear a “los compañeros fusilados de José León Suárez” en 1956 en el Día de la Resistencia Peronista. Fue la primera vez que ese acto tuvo lugar en la sede partidaria. Contrasta con la épica cero de la última reunión en el PJ, que hace menos de un mes, el 20 de mayo, apenas se reunió por Zoom y sin la presencia de su presidenta. Esta vez, Cristina se hizo presente. Pero, por el momento, eligió un discurso lejos de la contundencia encendida de su alegato de cierre en la causa Vialidad: las alusiones a la Corte fueron en general, como cabeza del “Partido Judicial”, y no hubo referencia explícita y directa al fallo que está por llegar.
La expresidenta hizo dos cosas. Reorganizó una saga histórica: cuestionó la fecha origen de “la grieta” argentina, el 25 de mayo de 2003, con la asunción presidencial de Néstor Kirchner, y la interpretó, en cambio, como una polarización entre pueblo y antipueblo transversal a la historia argentina. Construyó una saga de heridas populares que se remonta a: el derrocamiento de Perón y el alzamiento de Valle, el golpe a Yrigoyen, el degollamiento del Chacho Peñaloza, el fusilamiento de Dorrego, el envenenamiento de Moreno. Cristina se inscribió en esa saga: “Soy una fusilada que vive”, dijo. También hubo un anticipo de su posicionamiento ante una eventual condena definitiva con prisión efectiva: “Hay momentos en la historia en que estar presa es un certificado de dignidad”. Y se comparó implícitamente con Macri, Luis Caputo, Pepín Rodríguez Simón, aunque sin nombrarlos, a quienes vinculó con hechos de corrupción mencionados sin precisiones.
En el trasfondo de la reacción a la decisión de la Corte operan otras parte del manual de la historia peronista que le da las chances de reinventar el Día de la Lealtad con un llamado a la movilización, resistencia y lucha, en lengua perokirchnerista, contra el fallo de la Corte, leído como “proscripción” política. La coreografía pública de Juan Grabois de los últimos días empezó a construir ese camino. La semana pasada anunció: “Si tocan a Cristina, vamos a estar en la calle”.
La inminencia de la decisión de la Corte Suprema con relación a su condena en la causa Vialidad altera la naturalización de un triunfo mileísta casi seguro en las elecciones nacionales. O, al menos, un buen desempeño en elecciones claves como las de la provincia de Buenos Aires.
La reposición de la grieta kirchnerismo vs. antikirchnerismo está en el centro de la narrativa libertaria tanto en las elecciones provinciales como en la nacional de este año. Con esa polarización, el mileísmo busca encarrilar el caudal del afluente Pro y sus votantes hacia el gran río libertario. Excluido ese riesgo de sobrevivencia kirchnerista, se quedaría sin una variable central para domar y disciplinar, castigar y ordenar los territorios políticos.
Las versiones de estas últimas horas giran en torno a una ratificación de la condena y a la exclusión de Cristina Kirchner de la vida política y electoral. La Corte tiene en sus manos la llave del mapa político: cualquiera sea su decisión, confirmatoria de la condena de la expresidenta o habilitando algún tipo de revisión, su fallo impactará políticamente. La Corte está condenada al cuestionamiento de una parte de la ciudadanía: para los jueces del máximo tribunal, es un callejón sin salida. Si abren la revisión del proceso pedido por Cristina o por el fiscal, que quiere elevar la pena, la sentencia seguirá sin sanción definitiva: la expresidenta quedaría habilitada para competir en las elecciones de este año. Si finalmente se confirma la sentencia, quedará en prisión e inhabilitada para ocupar cargos públicos.
Por su naturaleza institucional, el Poder Judicial, y la Corte como su máxima autoridad, representa el poder contrahegemónico de la república: su lógica encuentra sentido en la medida en que se queda al margen de los vaivenes de la política y de las mayorías o de las primeras minorías circunstanciales. Exactamente lo opuesto a la reforma del Poder Judicial que avanzó en México bajo el gobierno de AMLO y que se acaba de concretar en la presidencia de Claudia Sheinbaum, muy elogiada por el kirchnerismo, donde los jueces de todas las instancias son votados. Pero aun si la Corte argentina lograra encerrarse bajo siete llaves y se esforzara por decidir según esa naturaleza institucional, va a toparse con un dilema que, como tal, no tiene resolución final, sino puros costos: de un lado y del otro de la grieta, su fallo será leído políticamente.
El aparato peronista y sus alianzas internacionales, con el Grupo de Puebla a la cabeza, también están siendo activados. La denuncia de lawfare es unos de los puntos en común de la dirigencia del grupo donde el chileno Marco Enríquez-Ominami es uno de los nombres claves. No es la primera vez que el kirchnerismo profundiza su contacto con Ominami: a partir de una relación de amistad con Alberto Fernández, cuando todavía era presidente, en mayo de 2021, el mismo Fernández se presentó ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como amicus curiae y presentó un documento con un “análisis jurídico” de la situación legal de Ominami. El dirigente chileno estaba siendo investigado por delitos tributarios, en el marco de su campaña presidencial. Fue sobreseído por un tecnicismo, que también benefició a actores políticos de diversos partidos. El kirchnerismo también imagina ahora presentaciones ante la CIDH.
Por el lado de la inflación a la baja, la presidencia de Milei enfrenta una paradoja: cuanto más cercana a cero la inflación mensual, más naturalizada como conquista alcanzada. La inflación del IPC CABA, del 1,6% en mayo, recupera un nivel abandonado hace cinco años: un éxito claro de la visión de Milei y su concepción de la “naturaleza monetaria de la inflación”, según explicó el domingo en el Madrid Economic Forum, en España. Ante jugadores del mundo cripto madrileño, Milei insistió con una frase que en la Argentina es ya uno de sus lugares comunes: “Argentina es uno de los cinco países del mundo que no tienen déficit fiscal en la línea financiera”. Si la checklist del votante da la baja segura de la inflación como objetivo alcanzado, el Gobierno corre el riesgo de recibir presión electoral de otras demandas sociales que todavía no cumplió y son más difíciles de cumplir. Si el próximo jueves la inflación del IPC nacional confirma la perforación del 2% hacia abajo, será una gran noticia y, al mismo tiempo, la puerta de entrada de otros reclamos.
En mayo, la inflación quedó octava entre las preocupaciones de los argentinos. Apenas un 14% la menciona como preocupación. Ahora, el primer lugar lo ocupa la inseguridad, con el 36%; el segundo, los bajos salarios, con el 32%; el tercero, la corrupción, con el 29%; en quinto lugar, la falta de trabajo, con el 28%. Así surge de la Encuesta de Insatisfacción Política y Opinión Pública, de la Universidad de San Andrés, correspondiente a mayo de 2025.
Hace meses que las encuestas de temas que preocupan a los argentinos encuentran a la inflación en el tercero o cuarto puesto del ranking o, incluso, bien lejos, en el octavo puesto. Consumo minorista y poder adquisitivo de los salarios reales, incluidas las jubilaciones, empiezan a instalarse en la opinión pública: la economía micro de bolsillo versus los grandes números de la macro organizada. Milei empieza a verse obligado a ser algo más que el presidente antiinflación y antidéficit.
Desaparecida la angustia de la suba de precio veloz y en escalada continua que caracterizó a las crisis argentinas, la pregunta que llega ahora es: ¿cómo hacer para llegar a fin de mes, a pesar de todo? Excluida Cristina Kirchner de la competencia electoral, si el fallo de la Corte confirma la sentencia, el cambio de percepción del votante puede entrar en un proceso novedoso cuyas consecuencias por ahora son difíciles de anticipar.