miércoles, 12 marzo, 2025
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Juan Gil Navarro: «En la obra no se finge demencia, esa maldición tan de moda hoy»

“Los personajes necesitan este ritual colectivo de alcohol para ver si Dionisio les arregla un poco las neurosis, salen acompañando a Baco hasta que tocan fondo”, dice Juan Gil Navarro, protagonista de “Druk” junto a Pablo Echarri, Carlos Portaluppi y Osqui Guzmán.

La obra adaptada por Javier Daulte del film “Otra ronda”, explora el alcoholismo y la desinhibición de una forma extraordinaria. Se estrena hoy en el Teatro Metropolitan y tendrá funciones de miércoles a domingos. Conversamos con Gil Navarro y Guzmán.

Periodista: ¿Qué te cautivó de la historia?

Juan Gil Navarro: Me cautivó el poder decir lo que nos pasa sin tener que recurrir a este truco del alcohol, o drogas o lo que sea, o fingir demencia, esta maldición tan de moda últimamente. Y lo que ocurre frente a este derrape tiene que ver con una enseñanza, la moraleja, no hace falta someterse a eso para adquirir la valentía de decir lo que a uno le pasa.

Osqui Guzmán: Me convoca el estado de crisis en la que están los personajes donde pareciera no haber vuelta atrás de muchas cosas sin embargo reconocer eso abre puertas a cosas nuevas. No sólo estados nuevos de conciencia de quienes son hoy, como exprimir la experiencia ganada y reconocer que todo lo pasado ha sido aprendizaje. Ese estado de conciencia poniendo en virtud la crisis es lo que más me gusta de la obra.

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P.: Daulte destaca la temida crisis de los 50, ¿cómo son estos personajes?

J.G.N.: Pisando los 50 no entiendo mucho esta crisis, tampoco la tuve a los 40, creo que es una construcción cultural, no me siento atravesado por eso. Lo que siente esta gente es que ojea un horizonte de autorreproches y cosas que no han podido resolver, necesitan este ritual colectivo para ver si Dionisio les arregla un poco las neurosis y de alguna manera lo hace. Salen entonces acompañando a Baco e intentan arreglar cosas pero eso pasa factura.

O.G.: Tienen un vinculo de amistad que va más allá de la escuela y les permite poner de manifiesto lo que hace el otro con su vida y su profesión. Eso es hermoso porque hay una línea borroneada entre el trabajo y la vida producto de su estado de crisis. Borran la frontera entre lo que se puede hacer y lo que no. Ese estado de borroneo los lleva a su experimento y caen en el caos absoluto. Tocan fondo. Una vez que toman ese 0.5 se proponen ir más allá, vuelven a sus travesuras y adolescencia, hacen de manera conciente esa travesura profesional que les cambiará la vida. Esa amistad y complicidad se vuelve profunda. Tuvimos una conexión clara con el elenco, química, dejarse influenciar por el otro y lo que Javier nos decía. Eso es lo que hace la amistad, un lazo de hermandad.

P.: ¿Cómo fue la propuesta para arrancar los ensayos y cómo fue creciendo la obra?

J.G.N.: Desde el día uno nos tiramos a la pileta desde una pequeña charla, no hicimos lectura, entramos directamente al ruedo. Lo que hace que la obra crezca es el ejercicio de confianza y repetición que tenemos entre los cuatro. Lo comparo con lo que puede pasar en una brigada de cocina, cada uno está en su puesto de trabajo, atiende su estación y no sabe que habrá noches y funciones difíciles entonces es atajar el trabajo del otro y viceversa. Esa camaradería y respeto por el otro en función de que el plato sea lo que uno quiere es lo que hará crecer más la obra.

O.G.: Empezamos con letra sabida para poder experimentar en los vínculos, arrancamos de movida a trabajar y cuestionarnos, Javier tenía muy claras las preguntas de los personajes, había paréntesis en los ensayos donde solamente el pensamiento de Javier sobrevolaba el silencio, momentos de belleza absolutos, cuatro compañeros entregados a ese abismo confiando, esperando, y haciéndonos fuertes.

P.: Tiene un disparador atractivo con este estudio sobre el alcohol en sangre que deriva en un viaje emocionante, ¿qué puede esperar el público de esta experiencia?

J.G.N.: En principio parece una apología del alcoholismo pero no lo es, en eso estaba intención, meter el dedo en la llaga. El público va a tener su exigencia alta y estaremos a la altura porque la dramaturgia es muy buena, el trabajo del director es muy exigente y gracias a eso tenemos herramientas para defender lo que hacemos. No tiene baches, no se pega un salto de fe sino que es pura entrega, no hay que cubrir nada que no esté resuelto.

O.G.: Puede esperar ver crisis y vínculos entre los personajes. A través de las redes y noticias parece que la salida es desvincularse para cambiar los paradigmas y volvemos a entender que en épocas de crisis son los vínculos los que nos abren la puerta a la crisis. La gente vivirá este nivel de conexión que tiene el teatro con el espectador, también se divertirá con estas travesuras.

P.: ¿Cómo ves el teatro y la cultura hoy?

J.G.N.: Fantástico, es como ese tipo que lo están torturando en 1984 y le preguntan qué es dos más dos, no es cuatro ni cinco, es lo que alguien quiere que sea, la ficción de la demencia no quiere que sea cuatro ni cinco así que todo está bien.

O.G.: El teatro y la cultura los veo fortalecidos por oposición, como son atacados el pueblo y artistas se fortalecen. Es imposible de derrumbar, no se puede entrar en batalla con algo que no existe pero a la vez permanece todo el tiempo en la conciencia y memoria. Está difícil la producción cultural, se nos hace difícil juntarnos para crear algo porque primero está el solventar, los escollos y ánimos son infinitos, al público se le hace difícil también comprar entradas. Hay mucha gente que va al teatro de todos modos y el espectador se autoproduce, es decir guarda un dinerito para ir al teatro, recital y eso se está complicando. El ataque es a la producción cultural, artistas y pueblo.

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