Perú fue uno de los cinco países americanos en los que fue probado el medicamento Lenacapavir, el cual demostró ser altamente eficaz para combatir y, sobre todo, prevenir el VIH, el virus causante del Sida. Su éxito ha sido de tal magnitud que, esta semana, la revista Science lo eligió como el mayor avance científico del 2024.
Se trata de una historia con dos caras: por un lado, es todo un éxito de investigación biomédica y un potencial golpe a la pandemia que lleva décadas en la humanidad; por el otro, Gilead Sciences, la farmacéutica estadounidense que lo desarrolló, ha sido duramente criticada por fijar un costo excesivo y no dar licencia de producción a los países donde realizó el estudio.
Lenacapavir fue diseñado para que se una a la cápside viral, la estructura en el interior del virus que protege su material genético (ARN) y las enzimas necesarias para replicarse dentro de las células humanas.
Al desactivar la cápside, impide que el ARN viral se integre en el ADN de la persona y, por tanto, imposibilita la replicación del virus.
Aun si el virus consigue burlar esta acción y replica su material genético, al estar estropeadas sus demás proteínas, no podrá formar nuevos virus y, por ende, no podrá infectar otras células.
Este mecanismo de acción en diferentes etapas del ciclo viral hacen que lenacapavir sea muy eficaz incluso contra variantes del VIH resistentes a múltiples tratamientos.
Su forma de administración es mediante una inyección subcutánea cada seis meses. Es otra ventaja que la pone por encima de las decenas de antirretrovirales disponibles en la actualidad, que requieren de una dosis diaria para ser efectivos.
Lenacapavir ya había sido aprobado en 2022 como tratamiento de pacientes con VIH que presentan resistencia frente a otros medicamentos antirretrovirales. Sin embargo, al notar su potencial para la prevención de la infección, Gilead lo sometió a nuevos ensayos clínicos.
Estas pruebas consistieron en administrar lenacapavir a personas sanas muy expuestas al VIH: individuos con parejas seropositivas, trabajadores sexuales y quienes practican sexo de alto riesgo sin el uso de preservativos.
En junio de 2024, Gilead anunció que el primer ensayo clínico, PURPOSE 1, efectuado en mujeres de África, resultó en una eficacia del 100% para prevenir el VIH.
En noviembre del mismo año, la farmacéutica publicó los resultados de PURPOSE 2, realizado en hombres y personas trans de Argentina, Brasil, México, Perú, Sudáfrica, Tailandia y Estados Unidos: 96% de eficacia.
Por estos motivos, se espera que su uso preventivo sea aprobado a finales del 2025.
En la otra cara de la moneda destaca la dificultad para conseguir el medicamento.
Gilead otorgó licencias voluntarias para que se puedan producir versiones genéricas en 120 países de ingresos bajos, entre los cuales no figura la mayoría de naciones latinoamericanas, ni siquiera aquellas que participaron en el estudio.
En un país sin licencia de producción, lenacapavir tiene un costo de 42.250 dólares anuales (dos inyecciones). Sin embargo, un informe presentado en la 25ª Conferencia Internacional sobre el Sida muestra que una versión genérica del fármaco puede producirse en masa con un costo inicial de 100 dólares anuales por persona, con una reducción hasta los 40 dólares anuales a medida que aumente la demanda.
En Perú y los demás países de la región mencionados, Gilead tiene la patente de lenacapavir hasta el 2037. Es decir, en los próximos 13 años, solo ducha farmacéutica o su representante podrán comercializar el fármaco.
“Hasta ese entonces, tendrán el monopolio de este producto”, señala Marlon Castillo, coordinador del Grupo Impulsor de Vigilancia en Abastecimiento de Medicamentos Antirretrovirales (GIVAR), en declaraciones a Infobae Perú.
“Nos parece cruel el hecho de que se usen a nuestra población para el estudio, pero que finalmente nos seamos beneficiados con el producto cuando ya se comprobó su eficacia”, añade.
Castillo indica que su organización ha enviado cartas dirigidas a Gilead, para que otorgue la licencia voluntaria a Perú; y a la presidenta Dina Boluarte, para que se reúna con las farmacéuticas y atienda esta problemática, la cual no solo afecta a los pacientes con VIH, sino también a aquellos que padecen otras enfermedades difíciles de tratar y no tienen un acceso justo a los nuevos fármacos.