jueves, 5 diciembre, 2024
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Solari con Olé: la cábala del saco en la final y ahora vamos por todo

Durante el mano a mano con Olé, la sonrisa de oreja a oreja sólo se borrará una vez del rostro de Santiago Solari. El Chino irradia alegría. Ya bailó, se movió, le robó el saco al jefe de seguridad de Racing para hacerlo cábala y se adueñó de los festejos en Asunción. Es carismático. La Academia fue campeón de la Copa Sudamericana hace ya algunos días, pero los festejos tardarán mucho más en apagarse. Sólo hay un instante en donde sus gestos entradores le dan paso a otro tipo de expresión, una mucho más sentimental. Sentado en el sillón de su casa, Santiago tiene en sus manos la pesada medalla de campeón ganada al Cruzeiro, la primera para Racing en 36 años. Cuando al extremo se le pregunta por el significado de tenerla en su poder, centra allí su mirada, se pone serio y nunca más le sacará la vista hasta terminar de reflexionar en voz alta.

La historia de vida de Solari antes de llegar a ser campeón con Racing

Es hermosa -dice casi enamorado-. Esto vale todo en mi carrera. Me costó muchísimo. Todos estos años que pasé… Fueron duros, había dejado de jugar a la pelota. No estaba en mis objetivos ser jugador profesional en San Luis. Me puse a estudiar, concentrado en otra cosa. Después se empezó a dar (en la temporada 2019/20 jugó el Torneo Federal para Juventud United y luego pasó a Atlanta, Gimnasia de Mendoza y Defensa). Mi sueño era ser jugador profesional y de a poco se fue dando. Esto es parte de esa pelea, de esa lucha. De ir a entrenar a la plaza en San Luis con amigos… A mí se me cerraron puertas en San Luis, en el pueblo. Todo el camino es esta medalla, mi primer título. El año pasado me quedé en la puerta: semis de Sudamericana con Defensa y final de Copa Argentina. Dios me tenía preparado esto, estoy muy emocionado”, le dice el extremo a este diario en la intimidad de su hogar. Mientras su novia estudia y su perrita de dos años intenta ser parte de la entrevista, Solari habla de todo lo que le dejó el Racing campeón de la Copa.

-¿Qué hubieras respondido si estando en San Luis casi sin chances de ser futbolista profesional te decían que cinco años más tarde ibas a estar festejando un título internacional con Racing?

-No, yo esto no lo imaginé nunca. Yo estaba en San Luis, jugando una liga amateur. Uno de mis amigos que más me apoyó y con el que entrenaba en los parques era hincha de Racing. Fuimos a festejar el título de 2019 juntos. Se lo recordé el otro día después de ganar la final. Lo llamé, fue parte de ese proceso cuando yo estaba mal. Me ayudó, siempre estaré agradecido. Era impensado ser profesional, luego llegar aun grande y ser campeón con Racing.

-¿Sos consciente de lo que lograron?

-Lo hablé mucho. Va a ser difícil caer de acá a un tiempo. Nos vamos a dar cuenta en varios años de lo que realmente se logró. Cómo la gente nos agradece, nos muestra su cariño por lo logrado es algo hermoso y todavía no caemos en lo que se logró. Recién de a poco nos vamos dando cuentas de algunas cosas: cómo la gente nos fue a apoyar a Asunción, el Obelisco repleto. Sé lo que es la gente de Racing, pero fue algo increíble.

-¿Nunca dudaron? ¿Ni cuando Cruzeiro descontó?

-Había tantas buenas energías de todo el mundo, todos estaban tan convencidos de que la ganábamos que hizo eso que también la ganemos de esa manera. La energía estaba tan puesta en ganarla que ni pensábamos en que se podía perder. Cuando nos hizo el gol Cruzeiro sabíamos que se nos iban a venir e íbamos a tener que defendernos como fuera. Lo hicimos. Este grupo demostró que tiene carácter. Estábamos jugando una final con tranquilidad y el gol en contra no nos afectó.

-¿Cuánto influyó Costas para que salieran tan convencidos a la final?

-Muchísimo. Él es un hincha. La última charla que nos dio fue a corazón abierto. ‘No tienen que jugar, tienen que ganar. Ganar, ganar y ganar’. No paraba de repetirlo. Para él era sólo eso. No le importaba más nada. Y nos contagió. Fue un momento de mucha emoción, de lágrimas. De orgullo. Salimos sabiendo que no se nos podía escapar. Nos hizo sentir el amor por Racing.

-¿Cuándo se dieron cuenta de que estaban para ser campeones?

-El primer momento fue cuando le dimos vuelta la serie a Paranaense, porque eran un equipo duro y los goleamos. Y después en San Pablo, en el empate con Corinthians. Esa fue casi como una final anticipada porque estuvimos abajo dos veces contra jugadores como Depay y Yuri Alberto.

-¿Los perjudicó los casi 45 grados durante el partido?

-El calor era muy fuerte. Hubo varios que terminaron con ampollas. El ahogo en los piques parecía estar jugando en la altura. Hubiera estado mejor haber jugado un poquito más tarde, pero después de todo no había calor, frío, dolor, era levantar la Copa que es lo que queríamos todo.

-¿Cómo vivieron las horas previas?

-A mí se me pasaron muy rápido. Llegamos el miércoles. Jueves y viernes casi que no los recuerdo y ya estábamos en la final. El que la pasó peor fue Gustavo. Estaba nervioso, ansioso. Era la persona más nerviosa del mundo. Cada charla que daba le costaba hablar, no podía…

El festejo del Chino.

-Dijo que lo llevaron al gimnasio…

-Sí. Nos dijo que quería ponerse un poco en forma… Nosotros solemos ir antes y después de los entrenamientos a hacer un poco de gimnasio. Le hacíamos levantar las mancuernas como si fueran la Copa. Y lo hacía y se reía. “Más vale, más vale. Tenemos que entrenar eso”, nos decía.

-¿Y ahora?

-Y ahora vamos por todo. Tenemos hambre. Tenemos con qué pelear. Tenemos el equipo para poder hacerlo y lo vamos a ir a buscar. Costas ya nos dijo que el sábado tenemos otra final. Ahora hay que meterle presión a Huracán y Vélez.

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