jueves, 5 diciembre, 2024
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Escándalo en los vestuarios de Huracán: insultos e intento de agresión a los árbitros

Si un penal mal cobrado y bien anulado a posterior puede generar un escándalo en cualquier partido, uno que sea en los minutos finales de un duelo como el que jugaron Huracán y Boca es directamente como echarle nafta a un fuego que ya quemaba desde hacía rato en el Ducó.

Es que la noche que desató una furia difícil de contener -tanto para la policía, como para la gente de seguridad, como para los propios protagonistas- a partir del cruce entre los plateistas que se ubicaban detrás del banco de suplentes de Boca, fue creciendo en efervesencia a través del avance de los minutos.

“Nos sentimos perjudicados, la jugada del penal, si bien estoy lejos, me arrimo a los televisores y veo que Walter llega primero que Romero, y el línea me dice que le hace foul al arquero. Es difícil de entender. Fuimos perjudicados por errores, duele mucho”. Las palabras de Hernán Galíndez, arquero del Globo, representó a lo que -aún en cancha- resumió el sentimiento que invadió el Ducó.

Y fue en ese final turbulento y tumultuoso que terminó por hacer explotar al Mundo Huracán, que desde la queja manifiesta y en medio de la cancha de jugadores y cuerpo técnico hacia el árbitro Hernán Mastrángelo (una vez que determinó que no era penal y más aún tras haber terminado el partido antes de un córner a favor del Globo), encendieron la mecha y del verdadero escándalo, el que sucedió debajo de las tribunas, más precisamente en la antesala de los vestuarios.

Escándalo mayor

Allí, luego del pitazo final, un grupo de dirigentes, periodistas y allegados enardecidos con las decisiones del juez, intentaron abalanzarse sobre la puerta cerrada del camarín arbitral, que tuvo que ser defendido por los efectivos policiales presentes y por la cúpula dirigencial del club, entre ellos el presidente Abel Poza y los vices Gustavo Medelovich y David Garzón, y donde hasta se vio a los futbolistas Héctor Fértoli y Lucas Souto observando la situación, con Frank Kudelka devolviéndolos al vestuario local.

Claro, la escena no fue para nada normal ni habitual de ver. Y fue lo que terminó generando la suspensión de todo contacto de Boca con la prensa. Situaciones que serían extraordinarias en cualquier otro contexto pero que -siguiendo el hilo de lo que fue la noche de Parque Patricios- resultó más una consecuencia lógica que algo sorprendente. Que no terminó ni siquiera ahí.

“No tengo dudas de la honestidad de nadie, no me meto en eso, pero lo que me molesta mucho es que lo que se cobra en un partido no es lo que se cobra en el otro. Es como que no nos damos la pelota entre nosotros, no lo entiendo”. Las palabras de Kudelka en conferencia (posteriores a todos los eventos), mostraron que esa furia no se apagó.

El penal que le anularon a Huracán

Huracán –  

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Huracán –  

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