El partido, a esta altura, ya se convirtió en una escena tristemente célebre. Quedó a un costado el empate de Vélez, el líder de la Liga Profesional, un 1-1 conseguido en el Bajo Flores, frente al controvertido Deportivo Riestra. Lo futbolero fue lo de menos.
El partido comenzó con una situación muy particular. Cristian Fabbiani puso entre los titulares a Iván Buhajeruk, Spreen, un streamer que formó parte, una vez más, de las estrategias y movidas de marketing que tiene el Malevo para tener más presencia mediática. El joven de 24 años sólo estuvo en la cancha los primeros 10 segundos netos de juego y al minuto, 15 segundos fue reemplazado.
Hubo múltiples repercusiones. Pocas, con el sentido común de Braian Romero, autor del gol de penal que abrió la cuenta del encuentro. Y no es la primera vez que el artillero arremete contras las estructuras vergonzantes de nuestro medio. A la salida del partido, y más allá de que Vélez perdió dos puntos en la lucha por el título (suma 43, un punto más que Huracán), el delantero, con la serenidad de siempre, dio su punto de vista.
“Hoy me tocó ir a ver en la Villa Olímpica un selectivo de chicos que venían de las provincias, que venían a probarse a Vélez y se iban frustrados porque no llegaban. Eso es el fútbol: intentar hasta lo último, dejar a tu familia, venir, viajar diez horas…”, contó, en primera medida.
De inmediato, reforzó su idea. “El mensaje es para los chicos que están del otro lado: hoy la TV les mostró un atajo que no es ese; hoy fue una falta de respeto hacia el fútbol. Lo que ha pasado hoy es un mensaje erróneo que le damos a la sociedad y a los chicos, a los que lo intentan hasta lo último y no pueden”, comentó.
Todo un símbolo. Muy diferente a lo que expuso su jefe. Gustavo Quinteros, el entrenador de Vélez, más allá del lamento por la igualdad, que de todos modos lo mantiene en la cúspide, se involucró con la situación… sin involucrarse. “Yo tengo una opinión formada sobre este tema, pero no la voy a decir para no perjudicar a nadie. No la quiero hacer pública. Cuando decís algo públicamente, podés afectar a gente. Como tampoco opiné de la programación de la Copa Argentina, no quiero hacer declaraciones que nos traigan inconvenientes. O que se sienta tocada gente que prefiero que no se sienta tocada”, comentó. Y abrió la puerta, una vez más, acerca de las sospechas de los premios y castigos en el fútbol argentino.
Romero es el artillero del torneo, con 12 gritos, dos de penal. Evidentemente, poco le importa el qué dirán. Juega con convicción, dentro y fuera del campo de juego. “Desde mi lugar quiero decirles que ése no es el camino, y que sigan intentando, que el fútbol es eso: intentar, fracasar, intentar, fracasar, fracasar, intentar y seguir intentando. Hoy mostramos un mensaje equivocado a los chicos que vienen de abajo”, advirtió.
El 11 de agosto pasado, dio otro mensaje al fútbol argentino. El problema es que muy pocos quieren escucharlo. En el medio de la cultura del “cueste lo que cueste” y del que “esta noche tenemos que ganar”, un gesto genuino y que salió desde las tripas de Romero sorprendió en el partido que su equipo, Vélez, le estaba ganando por 1-0 a Banfield en el Sur. Desde la tribuna local, a los 33 minutos del primer tiempo, en un momento que al arquero Sanguinetti lo estaban atendiendo en el piso y llovían los insultos para todos los futbolistas locales, el 9 del Fortín se le plantó de cara a la tribuna popular, se señaló el escudo y les dijo: “Aliéntenlos que son jugadores suyos, que defienden su camiseta”.
Incluso no hubo gestos ofensivos, sino que se vio como un intento por concientizar que su equipo estaba perdiendo y todavía faltaba mucho, pero si los hinchas insultan y no paran de presionar a sus propios jugadores, menos chances van a tener de empatar o revertir el resultado.
Los simpatizantes del Taladro se enfurecieron más, le hicieron gestos para que se callara la boca y, mientras el propio Romero trató de explicarle a Pablo Dóvalo que no estaba haciendo nada ofensivo, al contrario, los propios hinchas le gritaban al árbitro desde la tribuna: “¡Lo tenés que echar!”. El partido finalizó 2-2 y Banfield empató luego de estar 0-2. Los simpatizantes pasaron del enojo al desahogo.
Entre tanto cruce de ‘fuego amigo’, hubo un jugador que se acordó de defender a sus rivales. Y este lunes, dijo lo que muchos no se animan. Romero juega en equipo: lo que no es poco.
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