El oficial porteño Facundo Torres fue condenado a cinco años de prisión por su participación en el encubrimiento del crimen de Lucas González, el chico de 17 años asesinado por agentes de la Policía de la Ciudad en noviembre de 2021. Torres estaba acusado de haber aportado la pistola de juguete con la que los tres agentes que mataron a Lucas, ya condenados a perpetua, quisieron instalar la versión falsa de un enfrentamiento armado. Además, el tribunal a cargo del proceso reconoció como víctimas de violencia institucional a Lucas, a su familia y a los amigos que viajaban con él ese día en que fue asesinado.
La sala del Tribunal Oral Criminal (TOC) N°29 quedó chica para la ocasión. La familia de Lucas llegó a los tribunales de Paraguay al 1500 acompañada por unos 80 familiares, amigos y vecinos del barrio en Florencio Varela, que colgaron en las puertas banderas y carteles pidiendo justicia por el chico, y una camiseta de Defensa y Justicia, club del que era hincha.
La sala quedó chica
Aunque no todos ingresaron al edificio, igual hubo que cambiar de sala por la del TOC N°25, algo más grande, la misma en que el año pasado se llevó a cabo el primer juicio por el caso, que terminó con los oficiales de brigada Gabriel Isassi, Fabián López y Juan José Nieva condenados a perpetua por el homicidio agravado del chico que aquel 17 de noviembre de 2021 regresaba de entrenar en Barracas Central junto a sus amigos.
Precisamente sus amigos, Julián y Joaquín, se sentaron en primera fila a escuchar el veredicto de los jueces Juan Ramos Padilla, Guillermo Friele y Sergio Paduczak. Entre los chicos se ubicaron Héctor y Cintia, padre y madre de Lucas, y detrás los familiares y amigos que pudieron entrar. Enfrente ya esperaba, esposado, el oficial Torres y sus familiares. Eran las 12:30 cuando los jueces del TOC 29 ingresaron a la sala.
Ramos Padilla, presidente del tribunal, leyó el veredicto en el que se condenó al agente porteño como culpable de los delitos de encubrimiento agravado por ser funcionario público y por tratarse el delito precedente –el homicidio– especialmente grave, y también culpable de falsedad ideológica en calidad de partícipe primario. El tribunal lo condenó a cinco años de prisión y a diez de inhabilitación. También reconoció a las víctimas y al caso en general como una causa de violencia institucional y ordenó requerir al Gobierno porteño que reconozca a los chicos y sus familias como tales.
La celebración
Al salir del tribunal, los padres de Lucas celebraron la condena particularmente por este último punto, más allá de que la pena sea la mitad de lo que había solicitado su abogado, Gregorio Dalbón. También fue menor a los seis años requeridos en su alegato por el fiscal de juicio Sandro Abraldes. Esto último se debe a que los jueces no incluyeron a Torres como responsable de la privación ilegal de la libertad de Lucas –custodiado en el hospital como un delincuente– y sus amigos, que estuvieron presos durante ese día y toda la noche siguiente. Los fundamentos de la sentencia se conocerán el próximo 8 de noviembre y allí se podrán saber los detalles del razonamiento de los jueces.
Héctor –padre de Lucas– sostuvo luego de la audiencia que con la sentencia «cerramos esta lucha de tres años desde el asesinato de Lucas con una buena justicia». A él y a su familia los esperaban, al salir, el mismo grupo que había llegado más temprano y que ahora cantaba: «Yo sabía, que a Lucas, lo mató la policía. «Estamos agradecidos con toda esta gente porque siempre nos acompañó y nos dio las fuerzas para seguir adelante. Han pasado tres años, hoy Lucas tendría 20, pero vive en sus amigos. Los vemos crecer y vemos que Lucas sigue estando entre ellos», aseguró Héctor.
Dalbón destacó la importancia de la calificación del fallo como violencia institucional. «Estas condenas tienen que llegarles a las fuerzas policiales porque hay una violencia que viene desde arriba de todo, que se produce en todos los ámbitos y esperamos que este tipo de fallo sea un freno para eso«, señaló.
Un policía que se quebró
Torres llegó a juicio acusado por otro de los policías condenados por el encubrimiento, el oficial principal Héctor Cuevas, que se quebró durante el primer juicio y lo señaló como el agente que aportó el arma de juguete para plantar en el auto de los chicos. Cuevas ratificó en este juicio su declaración al señalar que Torres llevó a Isassi en su moto hasta la Comisaría 4D de Barracas, que allí bajó a buscar la pistola que tenía en su locker para dársela al oficial de brigada que finalmente la plantó en el auto de los chicos bajo las órdenes del subcomisario Roberto Inca, también condenado en el primer juicio junto a otros comisarios y subcomisarios de la Comuna N°4.
A la declaración de Cuevas la sostenían, además, los datos de geoposicionamiento y las imágenes de las cámaras de seguridad que ubicaban el recorrido de la moto en el tiempo y lugar señalado por él. Torres, sin embargo, sostuvo desde el inicio del proceso que él no entregó ningún arma sino la cinta perimetral a pedido de Isassi, algo que volvió a decir este viernes antes del veredicto, cuando los jueces le dieron la oportunidad de decir sus últimas palabras. El oficial sacó una hoja y la leyó para declararse inocente, dar sus condolencias a la familia de Lucas y repetir la historia de la cinta perimetral. Tras la condena del tribunal, ahora sólo le quedará acudir con su versión a instancias superiores.