jueves, 26 septiembre, 2024
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Quiso decorar la casa a su mamá mientras ella estaba en el hospital y lo que encontró convirtió su vida en una pesadilla

En mayo de 1960, Leslie, una joven de 29 años de edad, decidió renovar la casa de su madre, Sarah Jane Harvey. Ambas eran oriundas de Gales y mantenían una vida muy tranquila en los suburbios. Sin embargo, tras unas complicaciones de salud, la madre quedó internada una larga temporada en el hospital y fue este hecho el que desencadenó una perturbadora investigación.

Entre los planes de decoración de Leslie se encontraban revisar un antiguo armario de casi dos metros de alto que, desde su infancia, siempre había estado cerrado. Su mamá, de 65 años, le había dicho que allí se guardaban recuerdos de la guerra dejados por antiguos inquilinos. Sin embargo, lo que encontró fue mucho más aterrador.

Leslie y su madre Sarah Jane Harvey vivían en Gales, Reino Unido, y llevaban una vida tranquila en los suburbios (Imagen ilustrativa)Pexels

Al abrir el armario, Leslie descubrió un cuerpo momificado, encorvado y cubierto de polvo, ropa vieja y telarañas. La figura, vestida con un camisón, yacía en un espacio que iba desde el suelo hasta una rejilla del desván, creando las condiciones perfectas para la momificación. El rostro estaba desfigurado, irreconocible debido a generaciones de insectos que habían dañado los restos.

El hallazgo convirtió automáticamente a Sarah Jane Harvey en la principal sospechosa, y la policía la visitó en su cama del hospital para interrogarla sobre quién era la persona encontrada en su hogar. El caso atrajo la atención nacional, con Raymond Vaughn, un oficial de policía retirado, describiéndolo como uno de los más extraños que había escuchado.

Durante la limpieza de la propiedad Leslie descubrió un cuerpo momificado (Imagen ilustrativa)Pex

La anciana identificó el cuerpo como el de Frances Alice Knight, una inquilina que había vivido en su casa durante la Segunda Guerra Mundial. Frances, de unos 60 años, era una mujer parcialmente discapacitada que recibía una asignación semanal de su esposo dentista, de quien estaba separada. Vivió en la casa de Sarah durante los años de la guerra y, según la versión de la madre de Leslie, un día de 1940 murió repentinamente mientras ella había bajado a preparar una taza de té.

Pero en lugar de llamar a la policía, Sarah Jane tomó una decisión que cambiaría el curso de su vida. Arrastró el cuerpo de Frances hasta el armario y lo ocultó allí, comenzando a cobrar fraudulentamente la asignación semanal de dos libras, mientras le decía a los demás que la mujer se había mudado a un hogar de ancianos en Llandudno.

El caso se complicó cuando los patólogos lograron reblandecer el cuerpo de Frances con glicerina, lo que permitió realizarle una autopsia. Los expertos encontraron signos que sugerían que la mujer no había muerto de causas naturales, sino por estrangulamiento. En su cuello había una marca que indicaba que probablemente había sido asfixiada con una media de seda.

La hipótesis de los fiscales era que Sarah Jane había asesinado a su inquilina para seguir cobrando su pensión (Imagen ilustrativa)Pexe

Con esta nueva evidencia, la policía inició una investigación por homicidio. En el juicio celebrado en Ruthin Assizes, la fiscalía acusó a Sarah Jane Harvey de haber estrangulado a Frances Knight con el fin de seguir cobrando su dinero. Sin embargo, la mujer presentó una defensa astuta: explicó que su inquilina había estado resfriada, y que en esa época era común colocar una media alrededor del cuello como remedio casero.

El tribunal no pudo probar que la media hubiera sido estirada de manera que implicara una agresión, por lo que Sarah fue absuelta de los cargos de asesinato. Sin embargo, fue condenada por fraude, al haber cobrado ilegalmente el dinero de Frances entre mayo de 1940 y abril de 1960. Por este delito, fue sentenciada a 15 meses de prisión.

Tras cumplir su condena, fue trasladada a un hogar de ancianos, donde falleció poco tiempo después. Mientras tanto, Leslie Harvey nunca olvidará aquel fatídico día en que, al intentar tener un buen gesto con su madre, descubrió el oscuro secreto que ella había guardado durante dos décadas.

LA NACION

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