La 54ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos comenzó este jueves en Asunción, Paraguay, con un papelón diplomático por parte de la gestión libertaria, que incluye: un giro retrógrado de la política exterior argentina, los “trapitos al sol” de una interna de la Cancillería que quedó al descubierto ante la comunidad internacional y una posición antiderechos tan obstinada que podría llegar a echar a perder el trabajo del último año de toda la Asamblea.
La Asamblea General de la OEA es el órgano de ese organismo internacional en el que a lo largo de dos jornadas -este jueves 27 y viernes 28 de junio- las delegaciones de todos los Estados miembros se reúnen para dejar asentados en resoluciones sus acuerdos básicos sobre temas de Derechos Humanos. En ese marco, la delegación argentina viene sosteniendo una cruzada contra los derechos de casi todas las comunidades (diversidad sexual, mujeres, pueblos originarios, personas con discapacidad, etc.).
Esta es una directiva que quedó expresada en las últimas semanas en las objeciones que la conminativa argentina viene planteando a un texto conjunto. Lo que Argentina pide en ese borrador, en contradicción con la propia legislación nacional y los consensos internacionales, es barrer con toda referencia a la “población lgbti” y “género”, entre otros conceptos declarados no gratos para la ideología libertaria. Ese borrador es el de las resoluciones que deberían ser aprobadas este viernes en la Asamblea General.
La semana pasada, tal como lo adelantó Página12, empezó a circular el borrador en el que pueden leerse estas propuestas de cambios al texto original de parte de la Cancillería. “Cambio climático”, “criminalización y persecución de la protesta social”, “perspectiva de género”, “población lgbti”, “racismo” son algunos las palabras que el Gobierno argentino no quiere ni escuchar nombrar.
En el marco de la Asamblea, Úrsula Basset, señalada como la abogada detrás de esta profundización del giro reaccionario en la política exterior de Argentina que lleva adelante estas posturas contrarias a la Agenda 2030 de la ONU, se hizo presente en Asunción para “explicar estas posturas” ante la comunidad internacional.
Basset es conocida por sostener públicamente posturas extremadamente retrógradas contra la educación sexual integral (ESI) en las escuelas, la Ley de IVE, las reformas del Código Civil aprobadas en 2016 y, en 2010, además fue una activa militante contra la Ley de matrimonio igualitario.
En los días previos a la Asamblea, el embajador de Estados Unidos ante la OEA, Frank Mora, se refirió a las modificaciones que la comitiva argentina planteó en las referencias a temas de género y derechos humanos en el texto de la resolución. Dijo que su país respetaba la postura argentina pero pidió que la aprobación de los documentos no se vuelvan un «show«.
Después de eso, la Casa Blanca habría contactado a la Ministra de Relaciones Exteriores Diana Mondino para conversar sobre las “presiones” que Argentina viene ejerciendo para hacer modificaciones en el documento. Como consecuencia Mondino debió viajar de urgencia a Paraguay. Con ambas figuras libertarias (Mondino y Basset) en tierra guaraní, el gran debate hacia el interior de Cancillería pasó a ser quién estaría al frente de las negociaciones con la OEA: si Basset o Sonia Cavallo (designada por Mondino), que es la actual representante argentina ante la Organización de Estados Americanos, además de hija del ex ministro menemista.
La que se sentó a negociar finalmente fue Úrsula Basset, lo que, según fuentes diplomáticas, desató la furia interna, porque no es una funcionaria con un cargo que la habilite para esa tarea, ni tiene la experiencia que se necesita para desempeñar ese rol. Previamente, la comitiva argentina tuvo que pedir permiso para que una “experta en Derechos Humanos explicara las posturas de Argentina”.
Esta fue una maniobra que incomodó al resto de los Estados, que de todas maneras no pudieron oponerse al pedido. De este modo, la embajadora Cavallo tras alegar que ella “no era capaz de explicar estas posturas” le otorgó su asiento a Basset.
En la Comisión General de la Asamblea (el espacio en el que se negocian las resoluciones), uno de los temas más problemáticos de la jornada del jueves fue la discusión en torno a qué hacer con estas propuestas argentinas. Los países miembros le recomendaron a delegación mileísta que, si planeaba sostener las posturas (antiderechos) que se desprenden de los comentarios al borrador del documento, entonces, se limitara a mantenerlas en forma de “notas al pie”.
El pedido fue el mismo que hizo el embajador de Estados Unidos ante la OEA, Frank Mora: que no se obstaculizara más el avance de las resoluciones sobre todo a partir de cuestionar discusiones que en el ámbito internacional ya han sido cerradas hace años.
En paralelo tuvo lugar una reunión de los países del Caribe en la que se encendieron las alarmas por estas actitudes de la comitiva argentina. Por otro lado, los gobiernos de Canadá, Estados Unidos, México y Brasil sostuvieron una postura muy firme en contra de las propuestas argentinas. La posición de esos cuatro países fue homogénea: no dar pie a negociaciones sobre esos puntos.
Paraguay fue el único país que no le soltó del todo la mano a la Argentina en el marco de su papelón internacional. Expresó un apoyo tibio, pero con la aclaración de que de todos modos no iba a permitir que se siguieran obstaculizando las discusiones.
La respuesta de la mayoría de los estados a Basset podría resumirse así: “si esa va a seguir siendo su postura, ponga un pie de página”, que es el modo diplomático de absorber las disidencias en documentos que se deben cerrar por consenso.
“El pie de página es el modo formal de hacerlo, el tema es que como Argentina hizo tal cantidad de comentarios es muy engorroso que a cada momento haya una explicación u objeción. Eso generó una situación incómoda para todos los Estados. Muchos representantes se quejaban de la pérdida de tiempo. ‘Si después de dos días de Asamblea General no logramos ponernos de acuerdo, vamos a cometer el agravio de dejar a Paraguay sin una resolución’, decían. México en un momento se quejó diciendo que Argentina pretendía hacerlos morir de aburrimiento: ‘no podemos estar discutiendo estas cosas‘”.
La comitiva que representa a nuestro país generó que la revisión del texto en el que los países vienen trabajado desde hace meses se vuelva un debate interminable, párrafo a párrafo.
La obstinación antifeminista, antidiversidad y anti Derechos Humanos en general de la comitiva mileísta estaría al borde de echar a perder el trabajo de todo un año de la Asamblea General de la OEA. Una de las objeciones (que en algunos casos se hicieron en términos muy agresivos) fue la oposición a que se use la expresión “mujeres en toda su diversidad”. Con Guatemala como única aliada, Argentina solicitó que se cambie ese concepto por “mujeres” a secas.
Otro ejemplo: Argentina se opuso al uso de la palabra «intolerancia» (que es el que se suele usar en las convenciones contra la discriminación) con el argumento de que «no está definida». En respuesta a esto y en relación a la inexperiencia de Basset en cuestiones diplomáticas, la represemtación de Costa Rica retrucó: «Podemos ser flexibles, pero venir acá con desconocimiento de tratados y convenciones internacionales no es aceptable». A lo que Paraguay agregó(casi en tono humorístico): «Por favor: dejen de hacerle bullying a Argentina».