-Más de un mes como gobernador de Santa Fe ya. ¿Cuánto tiempo le ocupa la agenda provincial y cuánto la coyuntura nacional?
-Es todo un equilibrio, porque tiene que ver con la defensa de la provincia de Santa Fe. Lo nacional son temas que impactan en Santa Fe, como la agenda productiva y la de seguridad, son debates en los que se trabajan y en los que hay que saber articularse.
-¿Vienen hablando con el gobierno de Javier Milei?
-Venimos teniendo muchas reuniones con ministros del Gobierno, por biocombustibles, para corregir la ley, que nos parecía un error como estaba presentada inicialmente en el DNU, y también por las retenciones a las economías regionales, a la harina, al aceite y a los derivados de soja, con las que no estamos de acuerdo porque es un tema que a mi provincia le afecta en 2.300 millones de dólares y nosotros creemos que a la producción no hay que gravarla. Es no conocer el ADN del interior productivo. Los chacareros, los gringos, los pequeños productores, invierten todo lo que ganan para mejorar los rindes.
-Y en Seguridad, habla directo con Patricia Bullrich, una interlocutora que ya conocía de la etapa en que ambos eran ministro.
-Yo tengo la mejor de la relaciones con ella, la tuve cuando fui ministro, la tengo ahora también. Pero quien lleva el diálogo diario con ella es sobre todo el actual ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni. La gestión la conduce él, lo mío es el vínculo político, con ella, pero también con Guillermo Francos, con Luis Petri, con Luis Caputo, con Guillermo Ferraro, con todos los ministros del Gobierno.
-¿Tienen que hacer equilibrio los dirigentes opositores como Usted entre garantizar la gobernabilidad y a la vez ser críticos de la gestión de Milei?
-Hay cuestiones de fondo que nos pidió la sociedad, a todos, y que tienen que ver con ordenar las cuentas. A nivel nacional, nadie resistía el déficit fiscal, que llevó al país a la emisión monetaria o al crédito internacional y derivó en una inflación intolerable para la sociedad como la que estamos viviendo ahora. Después hay matices, diferencias que uno puede tener, pero debe prevalecer el diálogo.
-¿El Gobierno subestima la inflación? Milei festejó abiertamente el 25,5% de diciembre, diciendo que podría haber sido un dato peor.
-Yo escuché mucha preocupación en todos los sectores. Y no creo que el Gobierno la subestime. Sí pienso que aborda de manera unilateral las variables para corregir el déficit y que el impacto de esas medidas puede ser muy dificultoso para la sociedad en su conjunto. No comparto la mirada de que para cerrar el déficit fiscal se deba gravar con retenciones al sector productivo: se sale con más producción, no con más impuestos. Tampoco lo tienen que pagar los jubilados, hay que sostenerlos, porque eso termina yendo al consumo. Veo que el Gobierno toma solo un aspecto de un problema que es multicausal, y creo que eso puede tener un impacto grave.
-¿Ya pasó el ruido por la publicación del DNU? ¿Hubiera sido mejor tratar todo el paquete de leyes directamente en el Congreso?
-Nosotros creemos en el debate, por eso en Santa Fe del 10 de diciembre al 4 de enero se sancionaron 17 leyes importantísimas, en el Senado todas por unanimidad y en Diputados, 15 de ellas. Pero los textos no quedaron exactos a como los enviamos nosotros. Una ley tiene fuerza cuando todas las miradas la enriquecen. Creo que se podría haber discutido todo ley por ley, se saldaba esta situación y seguramente el Gobierno hubiera avanzado con el 90% de las reformas que pretende llevar adelante.
-¿Cómo ve el avance de la Ley Ómnibus en Diputados? Parece que en cuestión de días se va a tratar en el Congreso.
-Hoy me da la sensación de que le falta mucho trabajo a la Ley Ómnibus, creo que no hay que apurarla. No sería sano sacarla la semana que viene como quieren, no hay que forzarla. La ley tiene que salir con amplio consenso. Todos tenemos que estar de acuerdo, nadie tiene que quedarse con el sabor amargo o la bronca de que resultó perjudicado. La Argentina necesita reformas profundas, y hay que entender que los grandes cambios necesitan acuerdo y claridad.
-¿Lo sorprendió el discurso del Presidente en Davos?
-En el Foro el Presidente le habló al sistema mundial. Hizo una defensa de los valores en los que él cree. Fue a decirles: «Yo estoy parado acá». Entiendo que eso es lo que intentó hacer, y muchos lo criticaron por ese motivo. No es una discusión central para nosotros, en el Interior no estamos discutiendo estas cuestiones. A veces en Buenos Aires se instalan temas que resultan muy lejanos de la agenda de las provincias.
-¿Cómo está pegando la inflación en Santa Fe?
-No sólo en mi provincia, sino en todos lados. La crisis económica está pegando muy fuerte en los salarios, hay gente que no está llegando a fin de mes. Cuando vas al supermercado, perdés los precios de referencia, porque no sabés qué es caro y qué es barato. Eso significa que te estás acercando a un proceso de una inflación altísima. No estamos bien, es claro. El Estado hace mucho esfuerzo acá en la provincia, invierte mucho en alimentos, fundamentalmente, porque no vamos a dejar que a ningún santafesino le falte el alimento. También vemos un traspaso al servicio público de salud de personas que tenían prepaga, lo mismo que en el sistema educativo. Tendremos que ser más eficientes ahí.
-¿Y en términos de seguridad, el tema central de agenda desde hace años en Santa Fe, se encontró con la provincia que esperaba, o con una situación mejor o peor?
-Peor en infraestructura. Es criminal la falta de gestión que hubo, que hizo que la Policía y el Servicio Penitenciario se replieguen y que las organizaciones criminales tomaran el control de la calle y de las cárceles. Los edificios policiales están destruidos, los vehículos y móviles provinciales también, y la moral y la autoestima del personal estaba muy baja, porque hubo un gobierno que los maltrató durante cuatro años. Había solo 20 móviles operativos para cuidar a todos los rosarinos. Es grave eso.
-¿Cuántos móviles debería haber en funcionamiento en Rosario?
-Más de 200 tiene que haber. En este momento nosotros tenemos funcionando ciento y pico. Son móviles operativos, comisionables, a los que el 911 los llama y van a la calle. Estamos en proceso de reordenar todo eso. Eso sí lo encontré peor de lo que estaba. Por eso tenemos la cifra de homicidios más alta de la historia en la provincia de Santa Fe. Había desorden en el gobierno, falta de gestión. La Policía se autogobernó durante cuatro años, porque el kirchnerismo de Santa Fe relegó y entregó la autoridad política a las organizaciones.
-¿Cómo se controla la situación actual de violencia en Rosario?
-La vamos a controlar en el mediano plazo, con la policía en la calle, con investigaciones complejas y tomando la calle como lo hicimos en estos 40 días, la violencia va a bajar en Rosario, y el delito también.
-¿Qué medidas se tomaron en estos primeros días de gestión?
-Fundamentalmente tres. El reordenamiento de la policía de investigaciones, para que vaya al hueso de las investigaciones complejas: que investigue violencia y robo. También reordenamos las cárceles, lo que significa que los presos no hagan lo que quieran, que no sea una oficina para el delito a la cárcel, que es lo que estaba sucediendo hasta hace poco.
-¿Las amenazas que sufren Usted y su familia son una respuesta a eso?
-Sí, la reacción de ellos con las balaceras y las amenazas hacia mi persona y hacia mi familia tienen que ver con eso, los sacamos de un lugar de total y absoluta comodidad, porque cometían delitos desde el lugar que les daba el Estado, las cárceles, era el mejor lugar para ellos. Los pusimos en aislamiento, no tienen visitas familiares, solo los ven detrás de un blíndex, a ellos y a sus abogados. Están monitoreados todo el tiempo, incluso cuando salen al patio, se pusieron inhibidores de señales. Se les cortó el poder que tenían para manejar las organizaciones criminales desde la cárcel. El delito bajó en estos días considerablemente, los robos. Pero no estamos conformes.
-¿Está instalado que el narcotráfico es una problemática que sólo afecta a Santa Fe cuando también golpea a otras provincias?
-Hay un error de mirada. No subestimaría lo que sucede en el resto de las provincias. Santa Fe lo que tiene es un impacto mayor en la violencia, por la inacción de la Justicia y la impunidad que hubo. Por eso nosotros salimos en la agenda diaria de los medios. El narcotráfico en otros lugares de la Argentina es mayor que en Santa Fe. La droga, en innumerables casos, en Rosario la van a buscar a la provincia de Buenos Aires. Hay una falta de políticas públicas en el orden nacional.
-¿Cuáles serían por ejemplo las que se deberían implementar en materia de seguridad?
-No se discuten cosas importantes, que en todo caso se discuten desde lo ideológico, y que tal vez en cuatro años las empecemos a tratar, pero que ya sea tarde para hacerlo. En lo que tiene que ver con extradición, tenemos leyes muy débiles, una persona que es extraditada en muy poco tiempo puede volver. La radarización y la ley de derribo, la baja de imputabilidad de los menores que cometen delitos violentos, se discute hoy, pero va a ser tarde si no se hace algo. Lo mismo con el uso de personal de las Fuerzas Armadas para combatir al narcotráfico: tenemos 56.000 hombres que están llevando tareas logísticas y que podrían tener tareas de prevención, en el control de fronteras. No lo estamos haciendo hoy. Siempre llegamos tarde a las discusiones en la Argentina.
-¿Tiene miedo por las amenazas que recibe?
-No, no siento miedo y estoy muy compenetrado con lo que estamos haciendo. Ordenar la cárcel y golpear fuertemente a las organizaciones y a las personas que enferman a la sociedad vendiendo droga. Redoblamos la apuesta ante cada amenaza. La primera amenaza que recibí yo vino del pabellón 11. La orden que di cuando llegó la balacera, en ese mismo minuto, fue que vuelvan a entrar ahí. Nosotros les vamos a demostrar a los narcos que el Estado pesa más que los criminales. No hay ninguna organización que le pueda ganar al Estado organizado. Ahora, si está desorganizado, lo bailan.
Un mensaje a la política: «Se han equivocado mirando el AMBA, ojalá miren lo que dice y siente el Interior»
A Maximiliano Pullaro le apasiona la historia argentina, pero sobre todo la santafesina. Detrás suyo, en el despacho que tiene en la Casa de Santa Fe, en pleno microcentro porteño, sobresale un cuadro del brigadier general Estanislao López, prócer de la provincia y figura política determinante en la etapa de la independencia nacional.
Mientras le sacan las fotos que ilustran la nota, el gobernador juega con las banderitas que decoran la mesa principal, una argentina y la otra de la «provincia invencible de Santa Fe», como se lee en el centro de la insignia. «¿Por qué invencible? Porque nunca perdimos una batalla los santafesinos», se jacta, y sonríe, orgulloso por las proezas guerreras de su provincia.
Para Pullaro, Santa Fe y el resto de las provincias productivas fueron víctimas de una mirada ambacentrista de la política en las últimas décadas. «Se han equivocado mirando al AMBA, ojalá empiecen a mirar lo que dice y siente el Interior. Fortalezcan el Norte, el NEA, Cuyo, dennos el control de la Hidrovía a nosotros», reclama.
Y le deja otra reflexión a la dirigencia política. «Hay que conocer culturalmente qué representa el campo en la Argentina. Lo que gana, el productor no se lo fuga ni se lo lleva, ni lo guarda en el colchón, lo invierte y quiere invertir más», dice, y destaca los conocimientos que tienen muchos productores en ciencia y tecnología, específicamente en informática y genética.
Oriundo de Hughes, localidad de la que surgió también el ex River y Newell’s, Ignacio Scocco, asegura que sólo tiene ojos para gobernar su provincia, que no le desvela ser candidato nacional y que tiene claro que en cuatro años deberá pasarle el mando a otro gobernador porque no existe la reelección en Santa Fe, tema de histórico debate en la provincia.
«No es un tema que esté en la agenda del Poder Ejecutivo de Santa Fe. Nosotros vamos a trabajar en la gestión para poder lograr la sucesión mía dentro de cuatro años, pero yo no voy a ser el próximo gobernador de la provincia de Santa Fe», afirma, rechazando de cuajo cualquier posible reforma constitucional.
Si bien no aventura sucesores, desliza dos nombres de dirigentes aliadas: Gisela Scaglia, del PRO y actual vicegobernadora, y Clara García, del socialismo y jefa de la Cámara de Diputados provincial. «Esperamos que la gente valore nuestra gestión y que el modelo reelija, no la persona. No hay posibilidad de que sea yo, juré con esta Constitución», sostiene.
Además, resalta su lazo con el radicalismo y especialmente con Evolución, el espacio conformado por Martín Lousteau, presidente del partido, que tiene al santafesino como uno de sus principales exponentes, junto al cordobés Rodrigo de Loredo, actual jefe de bloque en Diputados.
«El radicalismo tiene buenos gobernadores. Miren sobre todo a Gustavo Valdés, que es un gran gobernador que ha tenido la Argentina. Yo no me creo el más importante, hay muchos dirigentes valiosos», asegura sobre un grupo que en su mayoría ronda los 50 años y que representa la renovación del partido. «Algunos tenemos menos de 50…, yo tengo 49, y gané con 48, che», cierra con una broma.
Itinerario
Maximiliano Nicolás Pullaro nació el 6 de diciembre de 1974 en Hughes, Santa Fe, provincia que gobierna desde hace 41 días. Su carrera en la política viene en ascenso desde hace una década: fue ministro de Seguridad provincial, de 2015 a 2019, durante el mandato del socialista Miguel Ángel Lifschitz, y tras un paso como diputado, fue electo gobernador con más del 58% de los votos, resultado histórico que le permitió al radicalismo volver a la Casa Gris después de 60 años. Militante de la UCR desde hace 30, fue productor agropecuario, boxeador amateur, y a finales de la década del ’90 se recibió de Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Rosario.
Al toque
Un proyecto: Que en Santa Fe bajen los niveles de violencia.
Un sueño: Que podamos ser todos más felices.
Un líder: Raúl Alfonsín.
Un prócer: Martín Miguel de Güemes.
Un desafío: Que Unidos, nuestro espacio en Santa Fe, saque más votos en 2027 que en 2023, cuando logramos la elección más alta de la historia.
Una sociedad que admire: A mi provincia, Santa Fe, y sus pueblos.
Un recuerdo de la infancia: Cuando íbamos en bicicleta a la laguna de Melincué.
Un placer: El trabajo.
Una comida: Pizza.
Una bebida: La soda Estambul.
Una película: Rocky.
Una serie: Vikingos.